jueves, 5 de febrero de 2009

Rojo Con Tonos De Belleza

Ella parece una muñeca, un maniquí que quisiera coleccionar. Posee una radiante belleza, sus ojos, su piel, sus labios son como fuera de este mundo.Si el dinero pudiera comprar su amor, derrocharía todo lo que pudiera tener. Sin embargo, lo único que puedo comprar son sus caricias por media hora.Primero acordamos el precio, después la seguí hasta llegar a aquel frío elevador, me acuerdo que ella oprimió el botón del piso número 3. Salímos a un pasillo con alfombra roja, y ella abrió la puerta del cuarto 303.

Una vez dentro, la magia de su belleza comenzó a decaer con cada palabra que ella decía. Me hablaba de posiciones y de más dinero. Pareciese que nunca se había dado cuenta que pasaba cada día frente a ella.Se recostó en la cama y pronto sus ropas habían caído al suelo. Tuve problemas para exitarme, eso no era lo que había buscado. De pronto ella se acercó y comenzó a hacer su labor, ahora sólo quedaba en ella un cuerpo perfecto, pero no una diosa como yo la había soñado.

Quería terminar ya con toda esa farsa, le dí un golpe en la mejilla, ella gritó, pero pude alcanzar su boca. Era muy extraño, pero esta vez estaba ya listo, así que la aventé a la cama y esta vez fue otro golpe en sus labios. Quería gritar de nuevo, aunque fui más rápido y tomé su cuello fuertemente con mis dos manos.Recuerdo haber visto su cara perder todo su color, ahora realmente parecía un maniquí. La penetré una y otra vez, con cada estocada le robaba poco a poco la vida. Me gustaba sentirla bajo mi cuerpo, una especie de calor inundaba todo mi cuerpo. Era como si me fuera apoderando de sus últimos alientos. Mientras más muerta estaba ella, más vivo me sentía yo.

En unos instantes más dos cuerpos se habían fusionado en un solo ser. Ella había quedado ahí, tan bella, inmortalizada para que la edad no la destruyera, y yo había sido su héroe, el que la había librado de tan horrible enfermedad.